4 de diciembre de 2020

Las obras del rey Carolus

 Por Eduardo Valero García


    Ya antes de llegar a la Villa y Corte el monarca venía dando órdenes sobre el decoro en la vestimenta y otras cuestiones. Por eso, al poco de aposentarse, comenzará a dictar instrucciones y cédulas. Sabe que encontrará una ciudad cochambrosa, de gente descuidada en el aseo y aires saludables pero infectados de olores nauseabundos. 
 
 

 
    Él, que había dejado su reino de Nápoles como la patena, afectado según dicen por el mal de la piedra, intentará hacer lo propio en Madrid con mano de hierro, zanjando de una vez por todas el eterno dilema de la limpieza que se venía tratando desde la reconquista cristiana y poniendo más luz a sus calles. Pero esto lo dejamos para el final del artículo; ahora nos centramos en las
 
    Cronológicamente, aunque algunas quedan en el tintero, estas son las principales obras mandadas hacer por Carlos III:
 
1760 – El 17 de julio nombra a la Inmaculada Concepción patrona de España y de las Indias. Poco después, el 31 de agosto, ordena la demolición del templo de Jesús y María para construir el de San Francisco el Grande. Se funda la Fábrica de Porcelana, conocida como La China, en los Jardines de El Buen Retiro 
 
1761 – En mayo se aprueba la instrucción para el nuevo empedrado y limpieza de las calles. En noviembre se pondrá la primera piedra de San Francisco el Grande, obra de fray Francisco Cabezas. Se inaugurará en diciembre de 1784. 
 
1763 – El 10 de diciembre se realiza solo en Madrid, y a modo de prueba, el primer sorteo de la Real Lotería. 
 
1764 – Se ordena el derribo de la antigua puerta de Alcalá, colocada allí desde tiempos de Felipe III.
En diciembre del mismo año se trasladará al nuevo palacio que había comenzado a construir su padre en 1738 sobre el solar del desaparecido. Carlos será el primer monarca borbón que lo habite; pequeño detalle que afianzará la existencia del regio edificio en este Madrid tan acostumbrado a la piqueta. 
 
1765 – Este año prohibirá el monarca los autos sacramentales e inaugurará el alumbrado público. Este alumbrado era más importancia de la que puede parece, pues no solo iluminará la villa, sino que dará trabajo a un considerable número de madrileños. Se instalaron un total de 4.408 faroles repartidos en los ocho cuarteles en que se había dividido la ciudad. Estaban colocados a poco más de 3,5 metros de altura y separadas de la pared 1,20 metros. Se distribuían en zigzag, a 84, 64 y 34 pasos de distancia unos de otros y con proporcionalidad, dependiendo del tipo de calle: ancha, estrecha o más frecuentada. Cada uno de los faroles estaba numerado.
Pedro Stuart y Colón, marqués de San Leonardo, en carta escrita el 21 de octubre de 1765 a su hermano, el duque de Berwick, describirá cómo estaban colocados y cuántos operarios trabajaban en el encendido y cuidado: 
Se encienden con escalera y arden con vela de sebo hasta pasadas las doce de la noche desde el toque de oraciones. Cada operario enciende 23 faroles y son 150 divididos en ocho cuarteles, los tres grandes y los cinco iguales, pero más chicos; en estos hay 16 hombres y un celador en cada uno y en los grandes, 24 hombres, un celador y un ayuda en cada uno; hay sus guardas en cada cuartel todo el tiempo de la iluminación, y, en fin, todo está arreglado como un papel de música (…).
 
1766 – En marzo comienza el jaleo. La Real Cédula que prohíbe el uso de capa larga y sombrero chambergo propiciará el llamado «Motín de Esquilache». Obligar al uso de capa corta y tricornio puede molestar, pero de ahí a la que se montó, no cabe duda de que otros intereses propiciaron el alboroto. El despotismo; la presencia de extranjeros en puestos importantes del Gobierno; la penosa situación social, principalmente por el encarecimiento del pan y los alimentos, además de la pérdida de poder de los eclesiásticos, principalmente los jesuitas, tiene mayor razón de peso. Carlos escapa a Aranjuez en busca de refugio. Regresará a la villa en diciembre.  
1767 – Comienzan los proyectos del Salón del Prado y se da inicio a la construcción de la Casa de Correos. Como era de esperar, los jesuitas son expulsados. Y para regocijo del público madrileño, se permite pasear por El Retiro en verano y otoño, eso sí, con «compostura y regularidad»: los hombres, descubiertos y bien peinados; las mujeres, sin mantilla o pañuelo. Se instalaron en diferentes puntos de los jardines cuatro tiendas de campaña que servían de botillería, y más de mil sillas por las que se pagaba muy poco; si uno se levantaba y la dejaba por un momento, debía pagar nuevamente para sentarse. 



 
1768 – Se inicia el terraplenado de la cañada del Prado de los Jerónimos. Por Cédula Real, la villa y corte se divide en ocho cuarteles y sesenta y cuatro barrios, con un alcalde de Corte cada uno.
1769 – Se inicia la construcción de la Puerta de Alcalá y finaliza la de la Real Casa de la Aduana. En el altar mayor de la Colegiata de San Isidro se coloca el cuerpo del santo y las reliquias de santa María de la Cabeza. 
 
1770 – Se crea la Biblioteca de San Isidro, donde se guardarán los libros provenientes de los conventos jesuitas. De paso, el monarca transforma el Colegio Imperial, de la misma congregación, en Reales Estudios de San Isidro. 
 
1771 – Para conmemorar el nacimiento del infante Carlos, primogénito del príncipe de Asturias, Carlos III creará la Real y Distinguida Orden de Carlos III. Por decreto se crea el Real Gabinete de Historia Natural 
 
1772 – En el palacio de El Pardo se harán obras de reforma y ampliaciones 
 
1774 – La Real Academia de las tres nobles Artes de San Fernando se traslada de la Casa de la Panadería al palacio de Goyeneche. Dos años más tarde ocupará la segunda planta el Real Gabinete de Historia Natural, pasando a llamarse Real Casa de la Academia de las tres nobles Artes y Gabinete. Otro traslado será el del Jardín Botánico del médico del rey, que estaba en el Soto de Migas Calientes, y llevado al Salón del Prado. 
 
1775 – En septiembre se crea la Real Sociedad Matritense de Amigos del País, estatutos que fueron aprobados por Carlos III en el mes de octubre. Finaliza la construcción de la nueva Puerta de San Vicente. 
 
1777 / 1778 – Comienza la construcción de la Fuente de la Cibeles, obra que quedará finalizada en 1792. Por su parte, en 1778 finalizan las obras de la Puerta de Alcalá y por Real Cédula se crea la Real Fábrica de Platería Martínez. 
 

1781 – Queda inaugurado el Jardín Botánico y finaliza la reforma del Paseo del Prado. Comienza la construcción de la Fábrica de aguardientes, naipes y papel sellado (después Tabacalera); las obras se prolongarán hasta 1792.

1782 – Carlos III crea, erige y autoriza el Banco de San Carlos y, de paso, levanta el Portillo de Embajadores. 
 
1783 – Se ordena la construcción de lavaderos cubiertos en la orilla izquierda del Manzanares y se crean 32 escuelas gratuitas de barrios para niñas. 1785 – Se aprueba el proyecto de Juan de Villanueva para la construcción del Real Gabinete de Historia Natural (hoy Museo del Prado). 
 
1787 – Se ordena que los cementerios se construyan en las afueras de las poblaciones y no contiguos a las iglesias. Se inicia la construcción de la fachada de la Casa de la Villa que da a la calle Mayor. Floridablanca prohíbe la entrada de coches de viajeros; los puntos de entrada y salida estarán a 325 varas (271,7 metros) de las puertas de la villa. 
 
1788 – Comienza la construcción del palacio de los Cinco Gremios. Por Real Orden se dispone que los mendigos forasteros vuelvan a su lugar de origen. Se ordena que se construya en los «solares yermos» que había dentro de Madrid. Hizo muchas otras tantas cosas, pero de todas ellas recojo las que vienen a continuación.


    En cuanto a la limpieza de Madrid, debemos recordar que ya se venía intentando desde tiempos de los Reyes Católicos. Existió entonces un artilugio que servía para limpiar las calles. No era otra cosa que un cajón con pala de madera tirado por mulas. Detrás del rudimentario vehículo iba un regimiento de al menos cuarenta peones de limpieza provistos de escobones barriendo lo que iba quedando en el arrastre. Esta escena tan peculiar hizo que aquel sistema fuese bautizado con el nombre de «la marea». 

    A la Instrucción de Sabatini de 1761 para la limpieza y empedrado de las calles se suman otras ordenanzas que implican adecentar las casas con el empedrado de las aceras de sus fachadas, la instalación de canalones para las aguas pluviales y la construcción de pozos negros donde depositar aguas mayores, menores y demás porquería que hasta entonces acababan vertidas en la vía pública. 

    Para vaciar estos pozos, Sabatini inventará un sistema de recogida -de pago, por supuesto-. Se trataba de unos carros cerrados a modo de cisterna donde se depositaban las inmundicias de los pozos, que luego se vertían fuera de la villa. El gracejo madrileño quiso bautizar a este artilugio con el nombre de «las chocolateras de Sabatini».

 

 
 

 

 

 

 

 

Eduardo Valero García

Autor de los libros Historia de Madrid en pildoritas y Benito Pérez Galdós. La figura del realismo español. Editorial Sargantana.
Autor/editor de la publicación seriada Historia urbana de Madrid

 

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