Por Eduardo Valero García
Víctor Fernández Correas nos ha recordado el alma de los barrios madrileños. Ha mencionado la Costa Fleming y su cabo: Corea.
Y es que Madrid no tiene mar, pero sí costas; como las recreadas por Antonio D. Olano en su Guía secreta de Madrid allá por los años 70. Además de Fleming y Corea, el autor identificaba las costas de Ballestas, Gran Vía y Clara del Rey.
Al tener costa no podía faltarle un faro, y así fue como en 1992 se erigió uno en la Moncloa. ¡Qué año aquel!
1992 fue para España una auténtica verbena. La Exposición Universal de Sevilla, las Olimpiadas de Barcelona y Madrid como Capital Europea de la Cultura. Parece muy lejano todo aquello porque ya es historia de otro siglo, pero sólo han pasado poco menos de treinta años. Muchos madrileños disfrutaron de Barcelona y de Sevilla; otros tantos casi ni se enteraron de lo que estaba ocurriendo en la villa y corte.
El 27 de mayo de 1988 el Consejo de Ministros de Cultura de la Comunidad Europea elegía a Madrid como Capital Europea de la Cultura para el año 1992. En aquellos tiempos era Juan Barranco el alcalde de esta villa.
En diciembre de 1991, un nuevo alcalde de Madrid, José María Álvarez del Manzano, presentaba en Bruselas el programa de actos de la capitalidad cultural europea. Comenzaban así los preparativos para la celebración de Madrid’92, ciudad europea de la cultural.
El Consorcio Madrid’92, había sido creado para tal fin en noviembre de 1989 bajo las directrices de una comisión ejecutiva representada por el Ministerio de cultura, la Comunidad y el Ayuntamiento.
Muchos fueron los eventos programados y las inauguraciones de espacios que hoy perduran, como el ya citado Faro de la Moncloa (Torre de Comunicaciones del Ayuntamiento), de 110 metros de altura; emblema de nuestra ciudad.
Dispone de un rápido ascensor cuya utilización en 1992 costaba 200 pesetas por viajero (100 pesetas los niños y jubilados). Ahora cuesta 3 euros.
Poco después de su inauguración un fuerte viento se llevará parte de la cubierta y en 2005 se clausurarán las visitas turísticas por un defecto en su escalera, que incumplía la nueva reglamentación de Seguridad del Ayuntamiento. Reabrió sus puertas en 2015, pero un incendio en 2016 obligó a cerrarlo hasta 2017. Después de la realización de obras para adaptarlo a las necesidades del público, reabrió sus puertas en noviembre de 2020.
En el barrio del Pilar (junto a La Vaguada), se inaugura el Teatro de Madrid, para representaciones de zarzuela, ópera y danza. Años más tarde, en 2011, cerraba sus puertas. Hoy, abandonado y vandalizado, es recuerdo de lo mucho que se gasta sin vistas al futuro.
Lo mismo ocurrió con el Museo de la Ciudad, un edificio de 1900 m2 ubicado en la calle Príncipe de Vergara que cerró sus puertas en 2012. Hoy sabemos que las excelentes maquetas allí expuestas, fiel retrato de cómo era Madrid en 1992 (deterioradas algunas por el paso del tiempo), estuvieron a punto de ser destruidas ante la imposibilidad del Ayuntamiento de costear los gastos de almacenaje. Afortunadamente, la empresa Adif se quedará con la mayor parte de ellas y las expondrá en la estación de Atocha. El Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (COAM) se quedará con la réplica de la catedral de la Almudena y con la de la Plaza de toros de las Ventas la Escuela Taurina de Madrid.
En el entorno del también inaugurado Parque de Juan Carlos I, se ponía en marcha la Institución Ferial de Madrid (IFEMA), donde se celebrarán por primera vez las ediciones de aquel año de la feria ARCO y Pasarela Cibeles.
Al coincidir con el V Centenario del descubrimiento de América, el tenebroso palacio de Linares será restaurado y convertido en Casa de América, con fantasma incluido. Allí se celebrará la II Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno, con la presencia de 21 mandatarios, siendo la más sonada la de Fidel Castro, hospedado en el Hotel Ritz.
La inauguración del Museo Thyssen-Bornemisza y la puesta en funcionamiento de la segunda planta del Museo Reina Sofía conformarán, junto con el Museo del Prado, el Triángulo del Arte.
La estación de Atocha se mostrará al viajero completamente renovada y reformada, con un precioso jardín tropical ocupando el espacio donde antes estuvieron los andenes. Una tenue lluvia de vapor proveniente del techo creaba el ambiente propicio y regaba las exóticas plantas. Las palmeras del Brasil que aún podemos contemplar costaron la friolera de 150.000 pesetas cada una. También se inauguraba la estación de Alta Velocidad Española (AVE), para que los madrileños y turistas pudiesen llegar a la Exposición sevillana “en dos horas y un poquito”.
Mingote crea una Puerta de Alcalá dibujada, en plena construcción, con el propio Carlos III presentándola y rodeada de tipos madrileños de todos los tiempos. Las graciosas y preciosas ilustraciones recubrirán la verdadera puerta en sus cuatro lados.
Se realizarán conciertos; exposiciones de arte; estrenos de grandes musicales; un rico programa titulado Ciencia, literatura y pensamiento; espectáculos en diversos puntos de la ciudad, con desfiles y pasacalles más representativos de las cabalgatas de Reyes o de Carnaval que de evento tan singular. El madrileño no llegó a comprender claramente que era todo aquello, de ahí que la participación ciudadana fuese escasa en los 1.800 eventos programados, con una media de asistencia de 700 personas por cada uno de ellos (un total de 1.272.572 espectadores).
Durante todo el año se publicó la revista La Capital, de escaso interés para el madrileño, aunque el primer número se agotó en menos de 48 horas.
Entre unas cosas y otras, la celebración de la capitalidad cultural europea supuso un gasto superior a los 6.000 millones de pesetas. Para eventos musicales se dedicaron 1.840 millones; 738 para el programa de ciencia, literatura y pensamiento; 756 para obras teatrales; 340 destinados a las artes audiovisuales y 381 para artes plásticas; la danza se llevó 281 millones y 328 la publicación de la revista La Capital. El Consorcio de la capitalidad gastó en publicidad 928 millones, y suma y sigue.
Madrid’92 supuso un cambio inesperado para la ciudad y sus habitantes; un nuevo modelo que dejaba atrás a la mítica Movida madrileña y los bandos de Tierno Galván.
Hasta aquí, y a grosso modo, he recordado el año que fuimos referente cultural de las Europas. Pero Madrid no necesita esos nombramientos, es Cultura por si sola. Cuna de todas las artes desde hace siglos, ha ofrecido al Mundo los más augustos nombres, tanto en la pintura como en la literatura y las ciencias. ¡Hasta un madrileño viajó a la luna!
Cuidemos siempre de nuestro valiosísimo patrimonio y nunca dejemos de lado la Cultura, porque en ella debemos poner todos los medios para apoyarla y fomentarla.
Muestra de ello han sido los interesantes artículos que hemos publicado en las V Jornadas Madrileñas de Novela Histórica que hoy no finalizan, sino que hacen un receso hasta el próximo año… porque siempre habrá Cultura.
Eduardo Valero García
Este artículo contiene fragmentos de texto del libro Historia de Madrid en pildoritas ISBN: 978-84-16900-81-7 (2018)
Editorial Sargantana
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