Por Eduardo Valero García
La transformación del Alcázar en tiempos de Carlos V
La imagen más antigua que se conoce del castillo cristiano la realiza Ian Cornelius Vermeyen entre 1534 y 1535, ya en época de Carlos I y durante la gran reforma y ampliación. El aspecto que muestra es más o menos el que había conseguido con las reformas acometidas en los siglos anteriores y, especialmente, las realizadas por los Trastámara.
En los primeros años de residencia del monarca de la Casa de Austria se continuarán las obras de rehabilitación. Estas reparaciones se llevarán a cabo en los años 1525, 1527 al 28, 1529 y 1531.
Entre 1525 y 1526 residirá Carlos V por un corto periodo de tiempo en la casa de Fernando Luján, pasando luego al Alcázar, donde dicen que estuvo preso Francisco I de Francia.
En Cédula Real del 3 de abril de 1536, el emperador ordena la transformación del edificio y en 1537 nombrará maestros mayores y directores de obra de los Reales Sitios (Alcázares de Sevilla, Toledo y Madrid) a Luis de Vega y Alonso de Covarrubias.
La mayor reforma realizada por Carlos V será la construcción del patio de la Reina y la torre Bahona, reforzando todos los muros, además del reacondicionamiento y remodelación de la Capilla Real, mandada a construir por Juan II.
El doctor Enrique Castaño Perea, en su estudio Pervivencia de los elementos defensivos medievales en el Real Alcázar de Madrid del siglo IX a 1734, enumera cronológicamente las principales obras encargadas por el rey Carlos. Así, citando estos datos, entre 1536 y 1539 se reformará el antiguo patio de Armas, que pasará a llamarse patio del Rey, y se construirán dos cisternas abovedadas (fundamentales para el autoabastecimiento). En 1536 (el 3 de mayo) se firmará el contrato para la construcción de la nueva escalera trazada por Covarrubias, que rompía el esquema tradicional con un diseño de estructura claustral y en forma de H.
En 1540 se construirá el ala oeste del que se llamará patio de la Reina, coincidiendo con las obras de la escalera que separaba un patio del otro. Castaño Perea indica que esta obra debió acabarse el 24 de junio de 1541 y debidamente inspeccionada el 22 de diciembre de 1542. De misma época es la reestructuración del ala sur, zaguán y sala de la emperatriz.
Entre 1547 y 1554 se procede a la demolición de la antigua muralla que impedía la construcción del patio de la Reina. En 1552 se firma el contrato para finalizar las tres galerías que faltaban, con el compromiso de entregarlas en dos años. De esta época debe ser la construcción de las nuevas cocinas.
Entre 1555 y 1556 se construyen dos nuevas cisternas en este patio.
En 1560 se dan los últimos retoques y se decora esa ala, acabando así la construcción del patio de la soberana.
Otras obras realizadas por Carlos V están directamente relacionadas con el antiguo alcázar Trastámara.
Ya he citado en la primera parte de este artículo la Capilla Real de Juan II pero, además, el monarca Austria se centrará en el sector noroccidental, construyendo un corredor llamado del Jardín, más tarde «Corredor del Cierzo», y una galería sobre el muro occidental, entre el cubo de la esquina y el siguiente torreón.
También reconstruirá el torreón semicircular anejo a la torre del Homenaje, transformándolo en una torre cuadrada de dos plantas. Más tarde, Felipe II situará allí la famosa Torre Dorada.
Por otra parte, por ser un estorbo para las obras realizadas por Carlos V, el mencionado templo de San Miguel de Sagra será demolido con autorización papal. Juan Gómez de Mora diseñará otra iglesia, ahora bajo la advocación de San Gil, que será construida más al este.
El Alcázar de Felipe II
Felipe II seguirá los pasos de su padre, practicando obras de ampliación y mejora en el interior del recinto, dotándolo de una estética más renacentista y lujosamente decorado. Así, se reformarán las estancias del rey y de la reina, llegando estas últimas hasta la torre del Bastimento, desde entonces «Torre de la Reina».
En la parte sudoeste de la fachada erigirá la «Torre Dorada», donde tendrá su despacho. También mandará construir la Armería Real, en el espacio que hoy ocupa la Catedral de la Almudena y enfrentada al palacio. Las obras comenzarán en 1561 y se postergarán hasta la muerte del monarca, interviniendo en ellas Gaspar de Vega y Juan Bautista de Toledo.
En la imagen podemos apreciar las remodelaciones y ampliaciones de Felipe II sobre las realizadas por Carlos V.
El Alcázar en el siglo XVII
Será en este siglo cuando el Alcázar cambie su fisonomía de forma radical, olvidando su carácter defensivo y dotándole de una decoración más acorde con la época. Las obras comenzarán en 1608, siendo rey Felipe III, y se prolongarán hasta 1636, con Felipe IV como principal impulsor de las remodelaciones.
Si bien este edificio no era del agrado del monarca, se empeñó en convertirlo en un regio palacio, poniendo mayor interés en la fachada sur. El encargado de realizarlas será Francisco de Mora, y a la muerte de este las continuará su sobrino, Juan Gómez de Mora.
Dice Ramón de Mesonero Romanos en el Semanario pintoresco español que, durante el reinado del cuarto Felipe, «… y como emblema de su esplendorosa y poética corte, es cuando el Alcázar de Madrid llegó al apogeo de su brillante existencia; cuando la fábrica material del edificio, obra de los arquitectos Covarrubias y Vega, Toledo, Herrera y Mora, recibió nuevo esplendor en manos de Crescenti y otros célebres artistas; cuando sus regios salones, pintados por Lucas Jordán, y decorados con los magníficos lienzos de Velázquez y Murillo, de Rubens y del Ticiano, reflejaban la grandeza de los monarcas españoles, á quien tales artistas servían».
A su relato añadía don Ramón una curiosa noticia encontrada en los Archivos de la Villa que decía: «En el antiguo palacio ó Alcázar, mandó el rey D. Felipe IV en 1622 abrir unas ventanillas que se llamaban escuchas y daban á las salas donde se reunían los consejos, y desde allí oía sus discusiones».
Otra de las mejoras fue el derribo de la torre del Sumiller, conocida como del Homenaje, que afeaba considerablemente la fachada sur. En su lugar, se construiría la pieza Ochavada y una escalera que comunicara las diferentes plantas del edificio en la zona de las dependencias reales. Pero como España siempre ha ido bien, en plena remodelación del palacio menospreciado por este Felipe se inicia la construcción de otro en el Buen Retiro, diseñado por Alonso Carbonell.
En el plano de Mancelli (1622) podemos apreciar una fachada con cuatro torres coronadas por chapiteles, dos de ellas inexistentes en grabados posteriores y en el plano de Teixeira (1656).
Por su parte, Carlos II, que andaba un poco hechizado, hizo también algunos retoques y finalizó las obras que quedaban de su antecesor.
Cronológicamente parece corresponder a este monarca la colocación de un chapitel en la torre de la Reina, para así igualarla con la estética de «la Dorada», levantada por Felipe II. También la construcción de nuevas cocheras y la reforma de la capilla, sustituyendo la antigua cúpula por otra más alta, que se decoró con frescos de Luca Giordano. Carlos II fallecerá antes de verla concluida.
La cerca de Felipe IV
Otra vez se cierra Madrid, ya no con muralla defensiva, sino con un muro -más bien tapia- de ladrillo cocido y mampostería de caliza y pedernal. Se hace con la intención de frenar la expansión desbocada y controlar la entrada y salida de la Villa y Corte a efectos policiales, administrativos, fiscales y sanitarios. En caso de peste, la ciudad quedaba cerrada a cal y canto, y los apestados fuera de ella.
Dentro de este nuevo recinto quedará el Real Sitio de El Buen Retiro, que comenzará a construirse cinco años más tarde.
Los nuevos límites serán: por el sur, las rondas de Toledo, Embajadores y Valencia; por el este, los paseos de Recoletos y del Prado, y al norte, por las calles de Alberto Aguilera, Sagasta, Génova, Serrano y Alcalá.
Contará con nuevas puertas y portillos, que podéis identificar en el siguiente plano.
Cinco de estas puertas eran Reales y el que pasaba por allí, pagaba impuestos. Se trataba de las de Toledo, Segovia, Atocha, Alcalá y Bilbao.
La cerca circundó la villa a trompicones, no fue obra rápida, por lo que era motivo de las sátiras habituales en tan teatral Corte.
Tirso de Molina escribirá:
Como está Madrid sin Cerca
A todo gusto da entrada:
Nombre hay de Puerta Cerrada,
Más pásala quien se acerca.
Desaparición del Alcázar musulmán, trastámara y Austria
De la corte francesa llegaba el animoso nuevo rey Felipe V, primero de la Casa de Borbón. Habiendo habitado en Versalles, su concepto de la estética y la decoración diferirá mucho de lo existente en aquellos palacios heredados de los Austria. El palacio de El Buen Retiro no le agradaba en absoluto y en el monasterio de El Escorial debía deprimirse mucho, por eso mandará construir el palacio versallesco de La Granja de San Ildefonso.
En cuanto al palacio de Madrid, por muchos intentos que hizo para remozarlo, no consiguió eliminar su aspecto castrense, vetusto; y mucho menos los vestigios de las dinastías anteriores. Aun así, se interesó por acabar la capilla que había comenzado a reconstruir Carlos II y, entre 1709 y 1711 construirá el Gran Salón Nuevo, junto a la pieza ochavada de Felipe IV.
Hay varias versiones sobre cómo se desarrollaron los acontecimientos que derivaron en un incendio monumental. Sabido es que muchas de las obras de arte que adornaban los muros del palacio y otros tantos objetos las había mandado retirar el monarca con anterioridad, quien, por esas casualidades de la vida, se encontraba en El Buen Retiro.
Dijo en sus memorias el marqués de Torrecilla y Valdeolmos, testigo del suceso, que Felipe V había comentado al enterarse del incendio: «Paciencia; si Dios lo hace, yo haré otro mejor».
Encargará entonces la construcción de un nuevo palacio al arquitecto italiano Filippo Juvara. Este diseñará uno acorde a la época y la nueva dinastía, de dimensiones espectaculares, imitación de los palacios franceses.
Contrario a las pretensiones del monarca, cuya intención era edificar sobre el anterior, el nuevo se hubiese edificado en la zona de la cuesta de Santo Domingo; mas, con la repentina muerte de Juvara en 1736, Juan Bautista Sachetti realizará un nuevo proyecto más adecuado a las directrices del monarca. Así nacerá el palacio que hoy conocemos.
Se colocará la primera piedra el 7 de abril de 1738 y 26 años después, lo estrenará Carlos III.
Eduardo Valero García
Este artículo contiene ilustraciones y fragmentos de texto del libro Historia de Madrid en pildoritas ISBN: 978-84-16900-81-7 (2018) Editorial Sargantana
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