29 de octubre de 2020

Lorenza Cobián. Una biografía. Por Luis Verde Muntan (Parte II)

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    En los años que siguen hasta la muerte de Lorenza, esta cría a su hija con la ayuda de Benito, el cual atiende sus necesidades y vigila su educación. Los viajes por temporada de madre e hija a Santander y Asturias continúan. La correspondencia cuando están separados es conocida por todos. Se ve el cariño que tiene por su única hija viva, cariño que por otra parte crece día a día (Su hija María contaba que su padre había tenido varios hijos, quizás 10 como algunos indican, pero salvo ella, ninguno prosperó y murieron a edad temprana. Es sabido que Galdós tiene la obsesión por escribir sobre las enfermedades que acosaban a los niños de la época y que les llevaba a una muerte prematura o les dejaba secuelas). 

    Lorenza a partir de los 50 años comienza a tener depresiones y delirios persecutorios. En Julio de 1906, cuando se encuentra sola en Madrid, un inspector de policía de la Estación del Norte la detiene por la noche cuando intenta arrojarse a las vías al paso de un tren. Es detenida y trasladada a la Casa de Socorro, donde el medico certifica que muestra síntomas de enajenación mental y desde allí es trasladada al Gobierno Civil donde se la mete en una celda destinada para delincuentes y a la mañana siguiente la encuentran muerta colgada de los barrotes con un pañuelo y que no le fue retirado. El Gobernador ordenó se abriese expediente para depurar responsabilidades por la falta de vigilancia. Fue enterrada en el Cementerio Civil de Madrid donde todos los años acudía su hija María a ponerla flores y años más tarde, acompañada por su familia directa, visitaba la tumba de su madre y cruzaba al Cementerio de la Almudena para visitar la de su padre. Es de reseñar que Maria contaba con 15 años al fallecimiento de su madre. 

    En fechas posteriores, no sabe si meses o años, Benito se ocupa de los papeloteos legales y reconoce a su hija María como suya, posiblemente en el Registro Civil del Concejo de Parres. 

    Después de leer estas líneas de D. Benito: “Sin mujeres no hay arte; como que en ellas está el principio y fundamento de toda expresión estética... Ellas son el encanto de la vida, el estímulo de las ambiciones grandes y pequeñas; origen son y manantial de donde proceden todas las virtudes. Debemos a la parte bella y débil de nuestro linaje los altos ejemplos de abnegación y de heroísmo, y reservándonos los móviles del desorden moral y la responsabilidad de todas las formas de pecado. Obra de ellas son los más gloriosos triunfos del bien; obra nuestra las privadas desdichas y las públicas catástrofes. Es destino ineludible de ellas amar al hombre, y éste debe consagrarles toda su inteligencia y su corazón entero“. Nadie dudara que Lorenza Cobián González, asturiana de nacimiento, santanderina de adopción, pareja de D. Benito y madre de dos de sus hijos, marca para bien su vida y su obra. 

    Solo queda por añadir que la hija y heredera universal de D. Benito, Dª María Pérez-Galdós y Cobián jamás se le escuchó un reproche de su madre, a esa mujer adelantada a su época en su manera de pensar, y menos de su padre, del que solo hablaba con cariño, admiración y respeto. 

    Tanto Dª María, como sus hijos Rafael y Benito Verde Pérez-Galdós, como los nietos Rafael, María Ángeles, Luis y Juan, han seguido unidos a la tierra de su bisabuela, veraneando en el Gayan hasta los años 1960 y más tarde algunos en un piso en Las Arriondas. Los “Galdós”, como son conocidos por los viejos del lugar, no suelen faltar para visitar la tumba del esposo de Dª María, D. Juan Verde Rodríguez, situada en el cementerio de Collia, en la cual no le suelen faltar flores.

 Luis Verde Muntan

 


Cartas de D. Benito a Lorenza y a su hija María (Yuca) 

El texto de esta carta esta a la mano en la Casa Museo de Galdós en las Palmas. Esta en letra clara, probablemente porque María era entonces demasiado joven para leer letra cursiva. La carta carece de una página o dos y dice así: 

«Viernes 
Queridas Lorenza y Yuca, recibí la carta, que esta muy clara. Si Yuca se aplica tendrá muy buena letra.
Yo estoy mejor; pero no bien del todo. Después del cólico, he tenido dos días con jaqueca. Lo que siento principalmente porque no he podido trabajar. 
Ya estoy recogiendo papeles y preparando todo para marcharme. Aunque no lleve las obras terminadas, me urge ya»... [Aquí, evidentemente, es algo que falta. La siguiente página sigue] ...á Madrid. 
Diga el portero, no hagas caso. 
Estando yo por medio, nada tenéis que temer. 
Hasta muy luego. 
No digo el día, para dar la sorpresa. 
Deseo mucho verlas. 
Mil cariños y abrazos de 
B.» 

Otra afectuosa comunicación fue escrita en papel de los Baños de Sobrón (Álava) 

«Sobron 17 de julio 
Mis queridas Lorenza y María Recibí la carta de ustedes, de lo que me alegré mucho. Hoy les dirijo esta á Asturias, para que sepan que estas aguas me sientan muy bien, y que se me ha abierto el apetito de par en par. Ya era tiempo. 
Se me olvidó decirles que en el Banco Hispano Americano mandaron al Sr. Llano 200 ptas en vez de 250. Como di la orden de palabra, no la transmitieron con exactitud. Pero es lo mismo, porque cuando se les vayan agotando las 200, les mandaré mas. 
Diviertanse mucho y coman bien y esten contentas. 
No me escriban más aqui, porque pasado mañana saldré para San Sebastián. Al salir les escribiré, diciendoles cuando pueden escribirme a Santander. 
Muchos, muchos cariños y besuqueos de 
B» 

El 31 de julio de 1906 Don Benito escribió dos cartas, una para la tía María Dolores, la otra María a sí misma. Son las siguientes: 

«31 de Julio 
Estimada Dolores: la desgracia de su pobre hermana, que ya venia padeciendo de fuertes manias, me obliga á suplicar á Vd. que se encargue de acompañar constantemente á María, que aunque es de buen natural, tiene el genio demasiado vivo y necesita tener á su lado á una mujer de su familia. Nadie para el caso como Vd. 
No repare Vd. en sacrificios porque yo atenderé á todo. Por el momento, esténse ustedes en Madrid unos días, instalándose en la casa de la calle de San Bruno, donde estarán mejor que en ese solar. Luego volveran á Arriondas, porque es preciso que Vd. vea á su madre y la consuele en esta desgracia y despues de estar con su madre, irá V. con María y Mercedes á Gijón para que durante el mes de Agosto, tomen unos baños de mar. 
Antes ha de hacerse María un trajecito de luto. 
Ya sabrá V. que tengo una afección á la vista, para la cual han de hacerme una operacion, de la cual dicen que quedaré bien; pero que es muy molesta porque antes y despues de ella he de estar muchos dias con los ojos vendados. Ya pronto me pondré en cura -pero antes he de arreglar las cosas de ustedes. Todo esto ha venido en circunstancias muy tristes para mí, pues no puedo valerme, ni salir de casa, y aun me cuesta mucho trabajo escribir esta carta por lo mal que tengo la vista. 
Con que ya saben. Me escribirán ustedes mañana 1.º de Agosto, ó el 2 lo mas tarde, y para el 4 recibiran la mía resolviendo lo que han de hacer, y mandándoles dinero si lo necesitan. Luego, en las Arriondas recibirán mas, y aguardarán tranquilas á que yo me opere, para resolver lo demas. 
Espero que Vd, Dolores hará que María me obedezca, y de Vd. espero que será su segunda madre. Yo se lo agradeceré mucho, y cuidaré de todos. 
Hasta su carta, y conservense buenas, llevando con paciencia estas amarguras. 
Suyo afmo. 
Don Benito» 
«contestar las dos á todo lo que aquí les digo.» 
«Santander 31 de Julio. 906 
Querida María: recibi ayer tu carta del 29 en la que veo confirmada la terrible desgracia. Yo lo había leído en los periódicos; pero como recibí carta tuya escrita el 23 en Bodes diciendome nosotras llegamos aquí el jueves, pensé que la noticia de los periodicos no era cierta, y en esta duda he estado algunos días, pasando muy malos ratos. Si me hubieras dicho que tu mamá quedaba en Madrid, yo le habría escrito tratando de sosegarla de sus desvarios. Ya sabes que tu pobre mamá venía hace tiempo atacada de delirio persecutorio; ya le dije que esto era una enfermedad. A los que la padecen no se les debe dejar nunca solos. Hiciste mal en largarte á las Arriondas dejando á tu madre sola en Madrid. No me extraña que la soledad separada de ti haya acabado de trastornarla, llevándola á un fin tan desgraciado. ¡Pobre Lorenza! El sentimiento que me ha causado su muerte no se me disipará en mucho tiempo. 
En fin, ya no hay mas remedio que tener paciencia. Ahora, estas mas obligada que nunca á una obediencia ciega á cuanto yo te mande. En ello te va el porvenir. Yo no te mandaré nada que no sea para tu bien. 
En cuanto recibas éstas, me escribirás respondiendo á estas preguntas que te hago: 
¿Que casa es esa donde estás? 
¿Porque no has ido á tu casa de San Bruno? 
¿Si está tu tía Dolores contigo, no estarían mas comodamente en vuestra casa? 
¿Tienes alguna ropita de luto? 
Si no la tienes es necesario que te la hagas, pues has de volver á Asturias por una pequeña temporada.
Otra cosa tienes que decirme: ¿Que dinero tienes? ¿Cuanto has gastado de lo que te dió el Sr. Llano? A este Señor mandaré mas para que te lo entregue cuando vuelvas á las Arriondas. 
Bueno. Escríbeme en seguida, y tú y Dolores se aguantarán en Madrid hasta que yo les ordene la salida, enviandoles á Madrid dinero si les hiciere falta. No se pongan Vds. en camino sin orden mía para que yo sepa siempre donde estás. Tengo que mirar por ti, y lo primero es contar con que me obedecerás en todo absolutamente. Te quiere mucho y te manda muchos cariños tu papá 
B» 
«Santander 19 de Agosto 1908 
Mi querida María: por tu carta que recibi anoche, veo con mucho gusto que estuviste en Covadonga, el sitio donde realmente empieza la historia de España. Asi se aprenden las cosas mejor que en los libros. Yo estuve hace muchos años, la catedral, colegiata, o lo que sea, estaba no mas que empezada. Fui con unos amigos y dormimos en una hospederia que tenian los curas, muy mala por cierto. 
Es un sitio muy bonito y muy interesante. La gruta es preciosa, el sepulcro de Pelayo y de D. Alfonso I tambien tienen que ver. Pero, por dios, hija de mi alma, no escriba Pelallo, sino Pelayo, ni pongas llo, por yo, no sé en que pensaba tu maestra, que no os enseñó cosa tan facil de aprender. 
Me alegro que se pasen la vida entre bailes excursiones y festejos. Ya me parece que deben irse a Gijon. La mejor temporada es esta, y si se descuidan, vendrá tiempo de lluvias. 
Después de contestarme a esta carta, os ireis á Gijon y de allá me escribiras diciendome tus señas en Gijon. Hasta que yo reciba la primera carta de Gijon estaré aquí, y luego me iré á Puente Riesgo, mandándote sobre con la dirección del Balneario. 
Con lo que escribi á nuestro amigo el Don Lucas Llano, este te dará lo que necesiteis, y lo que necesiteis en Gijon allí te lo mandará. 
Que sigan de juerguecita en juerguecita y de fiesta en fiesta. Yo sigo trabajando en mi obrita para Sara, y hago vida de ermitaño sin salir nunca. 
Memorias á Dolores y á Dª Mercedes. 
Tu padre que muchisimo te quiere y te manda miles de cariños. Benito» 

 


 
 
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