Sí es cierto que acudió a prestamistas, pero no es menos cierto que los editores abusaron de su honestidad. A lo largo de su vida literaria, Galdós contará con varios editores y libreros cuyas liquidaciones eran, como mínimo, fraudulentas, pero el que quizá le provoque un daño económico mayor sea el editor Miguel H. Cámara, propietario de La Guirnalda. La cesión practicada a Perlado también traerá dificultades económicas, además de las obligaciones adquiridas en préstamos de la sociedad hipotecaria El Hogar Español y del Banco de España.
Entre unas cosas y otras, el escritor sumará, en 1914, una deuda de aproximadamente 200 000 pesetas, cantidad que hubiese saldado con el montante del Premio Nobel, nunca otorgado. Tampoco será exitosa la suscripción nacional, por lo que el escritor tendrá que subsistir con los ingresos que recibía.
Dicho todo esto, es evidente la merma de ingresos y la necesidad de continuar trabajando, situación que había denunciado el periodista José María Carretero Novillo “El Caballero Audaz” en una entrevista a Galdós en 1914. Sin embargo, debemos prestar atención a las palabras de José Alcain y López de Ontanar, abogado del escritor:
Desde hace cerca de dos años que me confió la dirección de todos sus asuntos, (…) no ha vuelto a llamar a su puerta ningún acreedor, consiguiendo así el propósito que me impuse de que los años que le resten de vida los pase tranquilos. Los recursos con que cuenta, que no son pocos, se aplican en primer término a satisfacer sus necesidades o atenciones, y el sobrante, al pago proporcional y discreto de sus deudas. En menos de dos años ha pagado más de ochenta mil pesetas, gracias a las consideraciones e importantes descuentos que le han hecho sus acreedores. (…) Se ha conseguido que la Empresa editora de las obras del maestro le dé un mínimo de percepción de 16000 pesetas anuales; se han obtenido también importantes ingresos extraordinarios por la subida del precio de los Episodios y por la venta de las colecciones de la edición ilustrada de estos. (…) Su vejez es tranquila (…) Nada le falta, y le rodea el cariño de los suyos; y si Dios le concede algunos años más de vida, se quedará sin deudas y con un capital muy importante y saneado.
José Alcain y López de Ontanar
Si a pesar de estas palabras la duda persiste o, lo que es peor, se continúa asegurando que Galdós murió pobre, un documento cedido por su bisnieto, Luis Verde Muntan, nos demuestra lo contrario. Se trata de la testamentaría en la que aparecen cantidades dinerarias que hoy nos parecen ridículas, pero que en aquellos años representaban un capital importante. Sólo los Derechos de autor representaban un total de 65 000 pesetas.
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